martes, 22 de septiembre de 2009

Tórtolas Edemático (6.150 m.) - 15 al 19 de septiembre de 2009

Participantes: Por el CAU: Juan Francisco Bustos (Pampa); César Rebolledo (Mota); Eliana Chong; Beatriz Delgado (Penélope); Fernando Salvador Médico de Expedición; María de los Ángeles (Mari); Luis Alberto Parentini (Tito), Líder de Expedición y logística; Denisse Opazo (Deni); Cristián Muñoz; Gabriel Muñoz (Gabo); Gabriel Corral (Coyayes); Pablo Águila; Sebastián Gálmez (Chela). Por la RAI: Carlos Hübnert (Pippin); Rachel Pacheco; Sebastián Kreft.

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Daban las 8:00 hrs. del martes 15 de septiembre de 2009 y la Toyota 4*4 “rojo furioso”, dejaba Santiago de Nueva Extremadura y emprendía rumbo a la Cuarta Región de Coquimbo, dando inicio a una nueva e incierta aventura de montaña; en su interior, el “Grupo de Avanzada”: Gabriel Muñoz, Cristián Muñoz, Fernando “Fitipaldi” Salvador y yo.
















Paisajes que iban de lo netamente citadino a lo más rústico y arcaico de amarillas tonalidades, desfilaron unos tras otros a través de nuestras ventanas, con el sonido de intensas carcajadas de fondo. Un único stop para un marinero almuerzo en “La Lobera” de La Serena, además de un vistazo al onírico Embalse Puclaro, y a reportarse, a eso de las 18:00 hrs. en el limítrofe Retén Juntas del Toro. Allí, “mi” Cabo Leal y “Fronterizo”, un cachorrito de verde y estrellado chaleco, nos daban la bienvenida. Tras no dar con el desvío pertinente del camino hacia “El Portón”, lugar del CB y dado que la noche de Elqui irrumpía con fuerza y viento, este cabo fue quien nos invitó cordialmente a olvidarnos de campamento y carpas, dejando otras presas para pumas y secuaces buscadores de oro, y hospedarnos en el propio Retén, cosa que finalmente hicimos (2.500 m.). La invitación incluía compartir buena charla y asistir al capítulo correspondiente de “Dónde está Elisa” (limítrofes, pero conectados, je!).



El 16 por la mañana dejamos atrás el último reducto de civilización y comenzamos el ascenso paulatino con una, a nuestro juicio, merecida parada en las termas de “Las Hediondas” (3.200 m.). que, afortunadamente, de mal olientes nada tenían, pero que resultaron tan gratas a la piel como ingratas a la vista.

Vueltas más, vueltas menos, guíados por un croquis de “mi” Cabo Torres (carabinero de presencia, montañista de corazón), a eso de las 13:00 hrs. arribamos, por fin, a “El Portón”, lugar de nuestro Campamento Base (3.900 m.). Levantado el campamento, caminata de aclimatación en las tierras de guanacos y liebres de importante presencia y la bienvenida al segundo cuarteto en incorporarse: Eliana, Sandra, Mota y Chela.




El día 17 a las 8:00 o’clock, comenzamos a trabajar juntos el cerro con un porteo exploratorio, radios y GP’s en mano, al Campamento Alto (5.150 m.). Luego de 6 horas de intenso esfuerzo con varios litros de agua y kilos de equipo a cuestas, Fernando y yo alcanzamos el anhelado y confortísimo Refugio Gabriela Mistral (5.150 m.). La curvilínea construcción aparece, tímida, en un recodo hacia el Este de la huella y se emplaza, frágil, sobre la lagunilla congelada, a los pies del “Acarreo de la Muerte” que lleva, por el Norte, a la cumbre del cerro. Tiempo después, el abrazo alegre con Gabriel y Cristián Muñoz y comenzar a bajar; al poco rato nos cruzamos con los demás y, de paso, llevamos a Sandra con nosotros de regreso al Campamento, antes de que concluyese el ascenso, por cierto malestar.



Al llegar, notamos que el CB había metamorfoseado de la noche al día. Al ritmo del reguetón y jeepeando desde el mar, la juventud irrumpía con toda su energía endulzada de chocolate, bajo la simpatía y guía de Tito Parentini, Líder de Expe. La efervescencia multitudinaria habría de doblegar el cansancio y dar nuevos bríos al cometido grupal.

Así, el patrio 18 de septiembre, dejábamos atrás, ya en masa y serpenteando por las laderas del Tortolitas, el CB, con rumbo definitivo hacia las alturas; únicamente Carlos y Rachel se quedaron (primera vez de la chica a esa altitud). A eso de las 13:00 horas, tras 5 de marcha al paso calmo de oxígeno disminuido, llegamos con Fernando al buen cobijo del Refugio, por segunda vez. A partir de las 14:00 hrs. fueron arribando los distintos especímenes, en diversas manifestaciones, pero con un único cometido: alcanzar la cumbre del Tórtolas. Entre manos frías y vómitos varios, a eso de las 16:30 hrs. sólo quedaban dos chicos por llegar: la cordada de Sandra y Chela. Como, por la curvatura del camino, las radios no tenían alcance en ese punto, decidí “ir a dar un vistazo”, bajando hasta el primer zig – zag, donde los encontré avanzando muy lento…..ayudé a Sandra con su pesadísima mochila y luego Fernando me ayudo a mí, ja!, logrando, con ello, reunirnos todos, por fin, en el Refugio. Corticoides, inhalaciones e hidratación constante revivieron a Sandra.




Ninguno de los participantes que se había sentido mal optó por bajar con sus cordadas, cuando la luz aún lo permitía. Así, la noche encontró a 14 almas sumergidas en sacos de todos los colores que se despidieron, jadeantes, al son del Himno Patrio, bajo guirnaldas y banderitas tricolores que adornaban el techo de esa pequeña construcción, en las inhóspitas tierras fronterizas del Tórtolas, a 5.150 m. de altura.




A las 2:30 de la madrugada del 19 de septiembre, una hora después de lo previsto, comenzó el movimiento y 9 de los 14 nos preparábamos para el ataque final, que no habría de tomar más de 6 horas. Ataque que nunca fue.

Al solicitarle una parca de plumas que no utilizaría, para un compañero que no lo había previsto en un cerro de más de 6 mil metros, Denisse se percató de que Tito no despertaba; Eliana dio la voz de alarma y Fernando, en su calidad de médico, lo ratificó: inconsciente; edema cerebral, evacuación hizo facto. Fluida y sabiamente todos y cada uno de los montañistas CAU y RAI se comenzaron a mover en pos de un nuevo y definitivamente superior objetivo: salvar la vida de Tito que pendía de un hilo; de un hilo de los dioses ausentes.

Chela guió, hábil, la construcción de una camilla sobre la base de una escalera, mientras todos aportaban implementos y medicamentos ad hoc a la triste emergencia. Dexametazona, suero, líquido proporcionado por jeringa para evitar el ahogo, preguntas de control en un lapso de consciencia ¡y a bajar! Todos los hombres del grupo, más Mari y Denisse, dirigidos por Fernando, “tomaron literalmente en sus manos”, la vida de Tito en medio de la fría noche, y comenzaron el descenso cerca de las 4:30 de la madrugada. Nadie quería dejar que su alma se arrimara al lugar.
Tres horas después y con unos 25 kilos a la espalda cada una, entre el equipo de Tito e implementos de los demás rescatistas, Sandra, Eliana y yo, mientras bajábamos, nos enteramos en comunicación por radio, de que Tito se estaba recuperando rápidamente y ya, en su enchulado jeep, marchaba junto a Fernando rumbo al Retén de Juntas del Toro. La Providencia también había hecho lo suyo.






A las 12:30, el CB ya había sido desmontado y la naturaleza recuperaba su identidad y guardaba, para siempre, todas esas horas de angustia y ansiedad que el destino nos quiso brindar en una lección de humanidad.


Para cada uno quedó la interrogante sobre ¿qué hice o dejé de hacer yo para que se llegara a un punto al cual nunca se debiese haber llegado?: que un joven montañista y mejor persona, de tan sólo 23 años, estuviera ad portas de perder la vida entre las metálicas paredes de un Refugio de Altura en el cerro de Las Tórtolas, Cuarta Región de Chile. Yo, al menos, tengo mi respuesta clara.

Eso y mucho más rodando en la mente, mientras la 4*4 comenzaba su propio descenso por esos cálidos caminos del Valle, al son de un viejo hit de “Peter, Paul and Mary”.

Por Beatriz Delgado

Nota: La evacuación fue debidamente documentada y habrá de constar en el Informe correspondiente. Quedará para la autoevaluación del grupo y como lección de aprendizaje para el mundo del montañismo CAU.