martes, 17 de noviembre de 2009

Celsa (Halcón Este)

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El corazón quería ir al Alto la Posada, pero el destino impredecible derivó al Halcón Este. Mapeado oficialmente como cerro Celsa, esta curiosidad de los Andes se sitúa en el Cordón de los Halcones y eleva sus 3.935 msnm hacia el cielo, inmediatamente al Noroeste del gran Juncal. El nombre Celsa, al parecer, se lo dio al cerro, don Fernando Muñoz, montañista de Valparaíso que habría hecho el primer ascenso. El Celsa fue una particular iniciativa del Club Alemán Andino (DAV) que hizo converger, casuísticamente, a varios especímenes de distintas cunas montañeras.

Así las cosas, el propio DAV contribuyó con 5: Carla Carmona, Lina Torres, Álvaro Vivanco, Jorge Hess y Rodrigo Núñez; la Chile con 6: Claudia Pérez, Jimena Monroy, Abraham Bittelman, Nelson Brierley, Ariel Valle y David Muñoz; y el CAU (¡eeEEeeee!) con 4: Eliana Chong, Andrea Muñoz, Pablo Silva y yo, Beatriz Delgado.

Al medio día del sábado, la mayor parte del grupo enfilaba de Norte a Sur por el cajón del Juncal, en los dominios de misia Kenrick, alcanzando, tras hora y media de marcha, las orillas del escurridizo río, en la Vega Nacimiento. Ropas más, ropas menos, el cruce estuvo bastante mejor de lo esperado y todo el grupo secó sus piececitos al sol, sobre acolchonado y verde musgo, previamente a retomar la marcha.

A unos 10 minutos del río, en dirección Este y con 2.900m en sustento, levantamos campamento: algunas meriendas en cordadas, caminatas de exploración, el arribo de los cuatro integrantes que faltaban y poco a poco, los colores de las carpas dieron paso a la obscuridad de una noche cerrada. El crepitar del fuego de una cálida fogata, dio pie a una conversa relajada que paulatinamente se fue apagando al igual que las rojizas llamas.

A las 5AM del domingo todos despertamos, pero sólo el Team DAV, como buenos “alemanes” emprendieron puntualmente la marcha a las 6:AM, hora acordada, conjuntamente con los azulitos Abraham y Nelson. Maneos más, maneos menos, a las 7:00 AM los demás fuimos dejando atrás el campamento y mentalizando cuerpo y voluntad en la cumbre del cerro.

En serpenteante y pausado andar, los montañeros fuimos dando cuenta de la cada vez más empinada ladera Este del Celsa, que se ofrecía en un largo y curvilíneo manto blanco, de anchas canaletas. Como es natural en estas lides, las cordadas se fueron reagrupando en mezclas clubísticas que generaron un lindo apoyo mutuo para enfrentar los distintos tramos.

Así las cosas y tras superar la parte final que se erguía, a ratos, hacia los 60°, obligando a aplicar la pica del piolet para un más confortable apoyo, Abraham (que había ido abriendo huella desde abajo), Álvaro y yo, arribábamos al breve filo pre cumbre, que corría de Sureste a Noroeste y nos exigía el último esfuerzo del ascenso.

¡Con gran alegría a las 10:15 hrs., el DAV (Vivanco), el CAU (Delgado) y la Chile (Bittelman), coronábamos juntos la cima del Celsa! que nos recibía con un despliegue impresionante de apoteósicas cumbres, cuyas laderas, de todas las texturas, posaban orgullosas ante nuestros fascinados ojos. El Juncal y el Alto los Leones abriendo por el Sur; el Parva del Inca y el inigualable Aconcagua, cerrando por el Norte.

Media hora después comenzaron a llegar, poco a poco, los demás compañeros. Sólo Carla, Lina y Andrea, nos privaron de su grata compañía hacia el final del cerro; el Celsa no estaba aún listo para recibirlas. Doce en la cumbre. Abrazos, testimonios, fotos (¡muchas fotos!) y a eso de las 12: 30 hrs., todos a bajar.

El descenso tuvo de brígido y de jolgorioso. Lo brígido lo aportó la primera parte donde, unos más diestros que otros, pero cada cual con el apoyo moral de algún partner siempre presente, tuvimos que desescalar la significativa pendiente; mientras que lo jolgorioso lo pusieron las más suaves laderas siguientes donde la mayoría hizo ostentación de sus muy variadas técnicas de “esquí” y “potogán”, cuales niños saliendo a recreo, tras una tensa prueba de matemáticas.

A las 15:30 hrs. el campamento ya era historia y todos comenzamos, alegres, el regreso a casa; regreso que algunos agasajaron con ricas truchas a la mantequilla (mmMMmmm), otros con “caldúas” empanadas de Rinconada de los Andes, que dejaron, eso sí, con gusto a poco (¡pooobrecitos!) y las chicas (Carla, Lina, Eliana y yo), conforme a una apropiada compostura de señoritas, pues con una GIGANTESCA chorrillana bien cargada al huevo frito. Ja!

Relato por Beatriz Delgado Fonfach

Datos cerro: Álvaro Vivanco

Fotos: Álvaro Vivanco, Pablo Silva, Abraham Bittelman y Nelson Brierley

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